Monasterio de Santa María
HORARIO DE APERTURA:
- En verano (desde el tercer viernes de junio hasta el segundo viernes de septiembre): VIERNES de 9:00 a 14:00 y de 18:00 a 22:00 horas.
- Resto del año: VIERNES de 8:00 a 14:00 y de 17:00 a 22:00 horas.
El Convento de Santa María, que mezcla los estilos barroco y manierista, data del siglo XVII. Ha sido la sede canónica de la Hermandad del Nazareno de forma ininterrumpida desde 1.616, cuando se trasladó allí desde la Iglesia de la Misericordia. La Cofradía posee Capilla propia anexa a la Iglesia Conventual.
Sinopsis histórica de Santa María: de Ermita a Convento
La antigua Ermita de Santa María fue la semilla del barrio homónimo, que comenzó a crecer alrededor de la misma. Pocos datos se conocen de esta primitiva construcción, donde solicitaron establecerse las franciscanas concepcionistas en 1.527, convirtiéndose así Santa María en el primer Convento fundado en la ciudad.
Santa María sufrió las consecuencias del asalto anglo-holandés acontecido en 1.596, quedando el edificio gravemente afectado, siendo necesaria su reconstrucción. Las obras comenzaron en los inicios del siglo XVII, fecha de la que datan la mayor parte de los elementos que componen el conjunto del actual Convento.
Exterior de la Iglesia. Portada y torre
La portada de la Iglesia de Santa María es obra de Alonso de Vandelvira y fue construida en 1.617. Está compuesta por dos cuerpos, el primero de ellos dividido en tres calles, albergando en su zona central la puerta de entrada. A ambos lados se disponen sendas hornacinas, estando separados todos estos elementos por columnas toscanas. El cuerpo superior alberga tres hornacinas, siendo la central de mayor tamaño que las laterales, estando rematado el conjunto por un frontón triangular.
La torre conventual, obra de Juan Parcero construida en 1.760, se compone por un primer cuerpo cuadrado del que sobresalen cuatro balcones cerrados, uno en cada cara. Sobre el mismo se alza un segundo cuerpo octogonal coronado por un chapitel cubierto con azulejos dieciochescos que dibujan cruces azules sobre fondo blanco.
El interior de la Iglesia y su magnífico retablo mayor
El interior de la Iglesia de Santa María ha sufrido varias ampliaciones y modificaciones a lo largo de su historia. En los comienzos del siglo XVII Luis Ramírez levantó una primera Iglesia que se correspondería con la actual nave y el coro. El 4 de agosto de 1.616 se firmó el protocolo notarial por el que la Cofradía de Jesús Nazareno establecía su sede en el Convento, lo que supuso un importante impulso para la configuración del Templo tal como hoy lo conocemos. Así, ese mismo año se ampliaron las naves siguiendo las trazas diseñadas por el maestro Alonso de Vandelvira y dando como resultado la Iglesia con planta de cruz latina que hoy podemos ver. Dicha ampliación también tuvo como fruto la construcción de la Capilla de Jesús Nazareno.
El retablo mayor de la Iglesia data de 1.765 y es una sobresaliente obra efectuada en madera dorada realizada por José Benítez Melón. Las tallas de dicho retablo son obras sevillanas del siglo XVIII procedentes del desaparecido Convento de los Descalzos de nuestra ciudad, a excepción del relieve del ático que sí fue elaborado expresamente para la Iglesia de Santa María.
La iglesia cuenta asimismo con otros retablos y elementos de interés. Como ejemplo de lo anterior destacaremos el púlpito, elaborado en mármol en tonos rojizos, y el aguamanil realizado en el siglo XVIII por Cayetano de Acosta que se encuentra situado en la sacristía del convento.
Claustro conventual
El claustro del Convento de Santa María fue levantado en 1.631, siendo obra de Gabriel del Valle y Juan de Cuadros. Su parte inferior se encuentra estructurado en arcos de medio punto que se sustentan por columnas toscanas. La parte alta cuenta con vanos rectangulares en forma de balcón.
Nuestras Hermanas de la comunidad de religiosas concepcionistas franciscanas descalzas
Nuestras queridas monjas concepcionistas franciscanas conviven con la Hermandad del Nazareno desde la llegada de nuestra Cofradía al Convento en 1.616. Casi cuatro siglos compartiendo momentos de alegría, y también de tristeza, que se traducen en casi cuatrocientos años de convivencia que deben servirnos para valorar el ejemplo que a través de sus vidas de recogimiento y sus corazones bondadosos dan a una sociedad necesitada de los valores que ellas nos enseñan. Por su buena vecindad, por sus atenciones, por su entrega, por su cariño hacia nuestros Sagrados Titulares, por su callada labor, por tantas cosas… desde esta tribuna queremos transmitirles nuestro más sincero agradecimiento y nuestro deseo de que pronto regresen a ésta su Casa.