María Santísima de los Dolores, sin pecado concebida

El origen de esta festividad está en el documento "Ineffabilis Deus", promulgado por el Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854. En él señalaba el Santo Padre que el alma de María, «en el primer instante de su concepción, por singular privilegio y gracia concedidos por Dios, en vista de los méritos de Jesucristo, el Salvador del linaje humano, fue preservada de toda mancha de pecado original». Así pues, la Virgen María fue "dotada por Dios con dones a la medida de su misión tan importante. Dios la bendijo con toda clase de bendiciones espirituales, más que a ninguna otra persona creada. Ella es redimida de la manera más sublime en atención a los méritos de su Hijo. Sólo a Ella Dios le concedió el privilegio de haber sido preservada del pecado original".
Esta afirmación se convirtió inmediatamente en uno de los más importantes dogmas de fe aunque desde mucho tiempo atrás los cristianos de base ya defendían la inmaculada concepción de María, lo que entonces se consideraba una tradición popular que alcanzaba especial predicamento en tierras de España. De hecho, el rey visigodo Wamba (672-680) ya era titulado «Defensor de la Purísima Concepción de María». Siglos después, el Rey Carlos III declaró a esta advocación Patrona y Protectora del Reino, siendo el 8 de diciembre fiesta en España desde 1644.
Como agradecimiento a la histórica defensa de la Inmaculada Concepción que se hacía en nuestro país, en 1864 el mismo Papa Pio IX que proclamó el Dogma de la Inmaculada Concepción de María otorgó a la Iglesia española el privilegio de que, durante la celebración de dicha festividad, los sacerdotes vistieran casulla azul. De aquí deriva la costumbre generalizada de vestir a la Santísima Virgen de este color cuando se aproxima la tan señalada fecha del 8 de diciembre.