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Comienza la Cuaresma, preludio de la Semana Santa

Mañana miércoles 5 de marzo es una fecha marcada en rojo en el calendario de todos los cristianos porque señala el comienzo de la Cuaresma. Sí, mañana es Miércoles de Ceniza, el día en que los fieles nos dejamos embadurnar nuestras frentes con ceniza, a modo de símbolo de lo que dejamos atrás y de la caducidad de la condición humana. Lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada.

Aunque nos pueda sorprender, la Cuaresma ya se celebraba por los judíos antes del nacimiento de Cristo. Entonces se rememoraban los cuarenta años que el pueblo de Israel pasó en el desierto mientras se encaminaba hacia la tierra prometida, con todo lo que implicó de fatiga, lucha, hambre, cansancio y dolor..."pero al fin el pueblo elegido gozó de esa tierra maravillosa, que destilaba miel y frutos suculentos" (Éxodo, 16 y siguientes).

Nuestra Cuaresma conmemora otros acontecimientos duros, de sufrimientos y de pesares, pero también con un final gozoso. Rememoramos la fatiga, la lucha, el hambre, el cansancio, el dolor... pero en esta ocasión son los que padeció un hombre extraordinario, como ningún otro que ha pisado la Tierra. Hablamos por supuesto de Jesús Nazareno, que hizo tales sacrificios por el prójimo que hoy apenas cabe la duda de que solo un ser superior al hombre, solo quien era Hijo de Dios, podía sufrir semejantes padecimientos por los demás.

La Cuaresma es tiempo de recuerdo y también de preparación. Nos preparamos para vivir el dolor de la Pasión y Muerte de Cristo. Cuando se nos muere un ser querido y más si es en circunstancias inesperadas y dolorosas, nadie piensa en comer y ni mucho menos en estar cómodos. Solo tenemos cabeza para llorar y recordar a esa persona que tanto amamos. La Cuaresma también es un recuerdo permanente a Jesús por su próxima pasión y muerte. De ahí esos momentos de ayuno que demandan estas fechas.

A los cofrades se nos exige de una manera muy especial, seriedad y responsabilidad en este tiempo preparatorio de la Pasión, no quedándonos en lo superficial, y viviéndola de una manera honda, seria y profunda. 

Con relación al ayuno y abstinencia comentado antes, la Iglesia, en la pretensión de ser fiel al mandato del Señor, ha establecido tiempos y días de penitencia. Todos los viernes del año, a no ser que coincidan con una solemnidad, debe guardarse la abstinencia de carne, o de otro alimento que haya determinado la Conferencia Episcopal; ayuno y abstinencia se guardarán el miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.

La ley de la abstinencia obliga a los que han cumplido catorce años; la del ayuno, a todos los mayores de edad, hasta que hayan cumplido cincuenta y nueve años. Sin embargo los sacerdotes y los padres deben cuidar que también se formen en un auténtico espíritu de penitencia quienes, por no haber alcanzado la edad, no están obligados al ayuno o a la abstinencia.  

En 1986, la Conferencia Episcopal autorizó mediante decreto que la abstinencia de todos los viernes del año (excluida la Cuaresma) fuera sustituida por otra práctica piadosa (lectura de la Sagrada Escritura, limosna, obras de caridad, obras de piedad o mortificaciones corporales). Los viernes de Cuaresma, sin embargo, se debe guardar la abstinencia de carne sin posibilidad de ser sustituida por otra práctica. 

Sobre cómo practicar el ayuno (el miércoles de Ceniza y el Viernes Santo), la norma dada por la Conferencia Episcopal española es la de hacer una sola comida al día, permitiéndose tomar algo de alimento a la mañana y a la noche. No obstante, es habitual desde hace algunos años, mediante decreto de nuestro Obispo, la dispensa del ayuno y la abstinencia el Viernes Santo a quienes realicen estación de penitencia ese día. 

Casa Hermandad

Inmemorial, Venerable, Pontificia y Real Cofradía de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santa Cruz de Jerusalén, María Santísima de los Dolores y Santa María Magdalena

Capilla de Jesús Nazareno
C/ Santa María s/n
11.005  Cádiz (CÁDIZ)

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