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Patrimonio literario

Índice

Una sección literaria en nuestra Cofradía no puede iniciarse de otra manera que con el recuerdo a la inigualable figura de D. José María Pemán y Pemartín, ese gran Prioste de nuestra Hermandad que, en su magistral obra escrita nos dejó preciosos sonetos y depuradas letras de devoción a Nuestros Titulares. Pero no fue el único capaz de reflejar en el papel lo que todos sentimos por Ellos, lo que nos evocan e inspiran... otros destacados escritores gaditanos y foráneos también consiguieron expresar con su pluma ese sentimiento que a todos nos invade cuando fijamos la mirada en el Regidor Perpetuo y en su bendita Madre de los Dolores.

Con esta sección pretendemos ir recopilando todos los textos literarios que se han dedicado a Nuestro Padre Jesús Nazareno, María Santísima de los Dolores y demás Titulares de nuestra Hermandad. Es una labor ardua y complicada, que requiere de mucho tiempo de búsqueda y recopilación en el archivo histórico de la Cofradía. Pero no sólo pedimos vuestra paciencia, también vuestra ayuda. En el caso de que tengáis conocimiento de algún texto literario que deba figurar en esta sección no dudéis en remitírnoslo y lo incluiremos. Gracias.




Empecemos con el que ya es un clásico en nuestra Cofradía, la bellísima y entusiasta descripción que en 1.934 hizo José María Pemán de la salida del Nazareno desde la Iglesia de Santa María. En ella descubrimos cómo era la salida procesional de Nuestro Titular en aquellos convulsos años, visto desde la genialidad y la perspectiva política del gran escritor gaditano.

 

Así como el sol que nace
vistiendo de luz el
día,
así de Santa María
salió ayer noche... el que hace
tres años que no salía.
 
¡Qué buen mozo que iba él
cuando se asomó al dintel,
al sonar las ocho en punto,
con su cara de difunto,
y sus labios de clavel!
 
Temblándole las melenas 
de los tambores al son: 
atadas con un cordón
las dulces manos morenas;
¡con qué miradas serenas
y con qué resignación
el árbol de su aflicción
sobre sus hombros resiste!...
Le han puesto un poco más triste 
los tres años de prisión.
 
Va saliendo la serpiente 
de oro, fuego, seda y raso,
mientras que bordan su paso 
de comentarios, la gente:
 
–La melena es de verdá.
–Dicen que la regaló
la novia de un pescadó
que salvó Jesús del má,
–¿Hace tiempo? – Sí, señó...
 
–¡Oye tú,  moreno,
mira y arrepara:
¿No va el Nazareno
como si llevara
la vista asombrá?
 

–Es que echa de menos
la Marcha Reá.
–Bueno, niño, bueno:
Que te oye el sereno.
¿Te quieres callá?
 
–¿Quiere usté apartarse? –Graciosa, ¿por qué?
Yo no la he empujado. –¡Será su familia!
–Es que estoy muy a gusto cerquita de usté.
–Pues vuelva mañana... –Mañana es vigilia...
–No tiene usté gracia... ni lo que yo sé.
 
Y entre el rebullicio de los comentarios
lenta, acompasada, monótona y queda
igual que un rosario
con cuentas de fuego y engarces de seda,
va la procesión.
Con rítmico son
tocan los tambores.
Huele a cera y flores.
La trompeta chilla.
Y el de la varilla,
Con mucho decoro
de prosopopeya, va y viene en la calle
por lucir el talle
ceñido de oro.
 
Y va el estandarte bordado
con su terciopelo, violeta, chafado,
que llena la cera de gotas y mocos,
y que el oro borda de formas inquietas
y giros barrocos
como las saetas.
Y el de la farola
la lleva cogida de una mano sola;
y con la otra mano, que logró, violento,
con muchos esfuerzos y mucho empujar
meter no sé cómo
por el guante blanco que le dio un sargento,
se tapa el cigarro, porque “el mayordomo
no deja fumar”.

Y detrás va el “paso” con el Nazareno,
pendientes de las greñas, el rostro moreno,
y la cruz de nácar sobre el hombro, tiesa.   
Y delante, jarras y “centros” de mesa
que hacen de floreros
y los candeleros de plata brillante, 
cuajados de velas benditas
con estalactitas
de cera colgante.

Y se nota la falta delante
del representante
del Ayuntamiento,
que con paso lento
y gran compostura
iba junto al cura
y aguadaba lleno de afán 
el momento de las procesiones
para usar el tarro de la brillantina,
sacar la chistera de la naftalina
y lucir la raya de los pantalones.
 
Y así se va el cortejo. Se juntan los dejos
de tristes saetas
y los agrios toques con que las trompetas
despiertan la noche callada. A lo lejos
la luna de abril
pinta de azahares
el cielo, los mares
y el sable desnudo de un guardia civil.
 
Huele a cera y flores.
Cada vez más bajo suenan los tambores…
Cada vez más lejos se oyen los clarines
y el compás de tango que en los adoquines
tocan las horquillas de los cargadores…
 
Y se va perdiendo por la esquina el “paso”,
y los penitentes vestidos de raso
que, con sus zapatos de hebilla y charol, 
van formando, al hilo de sus filas prietas,
largas cordilleras de picos violetas
como esas que pinta, poniéndose, el sol.
 
Y mientras se va el rosario
de oro y luz, anda que anda,
vuelve monótona y blanda,
la rueca del comentario
a hilar su mecha sedosa:
                - ¿Lo viste?... ¡Tiene una cosa!
                - ¡Tiene una cosa!... ¿Lo viste?
                - ¡Tiene una cosa más rara!
                - ¡Tiene una cosa más triste!
                - ¡La mano tiene y la cara
de clavel esmorecío!
                - ¡Se siente al mirarlo frío!
                - El rostro descolorío
tiene una amargura nueva…
                - ¡Es que es mucho lo que lleva, va de tres años, sufrío!


Tras este clásico de la poesía nazarena continuamos con un precioso soneto de J. M. Carrascal que se publicó en la revista Estandarte de abril de 1957 con dedicatoria para D. José María Pemán:

 

¡A cantarlo con duende, gaditano!
¡En pie, morenos de Santa María!
Decidle lo mejor de la alegría
por andaluz, por negro y por gitano.
Fuera los capataces que es en vano:
no hay quien detenga a la gitanería
y está aquí lo mejor de Andalucía
para llevarlo a casa de la mano.
Greñúo de trabajo y de sudores,
gaditano el mejor de los mejores,
decidle la alegría por saeta; 
cantadle vuestra pena y vuestro frío,
que Él lleva todo el cuerpo esmorecío
de mariscar descalzao en la Caleta.


Continuamos con el poema que el Padre Luis Rodríguez Vargas dedicó a Nuestro Padre Jesús Nazareno en su obra Mensajeras:

AL NAZARENO DE SANTA MARÍA

¡Oh Jesús, Rey de las almas!
que, escondido en el sagrario,
das consuelo, y penas calma
al que llega entristecido, 
o de pecados dolido
tras su hacer en tu calvario.
 
Eres tan sabio y tan bueno, 
sin el límite en tus orillas
de infinitas perfecciones,
que en como en todo terreno
el juez busca a los ladrones,
vas haciendo maravillas
para prender corazones
y amarrarlos con cadenas,
en una eterna condena,
de tus rientes prisiones,
de amor tan vivo y profundo,
que nunca conoció el mundo.
 
Te disfrazas en figuras
de muy distintas facetas:
Cristo muerto, Cristo vivo,
Cristo caído o lozano,
para llegar a tus metas
de llevarnos por la mano,
como al amante cautivo,
para gozar las dulzuras
de tu vivir soberano.

De tus imágenes bellas,
cual sol sobre las estrellas,
te vistes de nazareno,
tu cabello no raido, 
el rostro color moreno,
con tu túnica morada,
tus ojos sobre la cruz,
marchando hacia tu montaña
de donde irradiarás la luz,
que el cielo y la tierra baña.
 
Mi divino Nazareno,
Jesús de Santa María,
padre, hermano y fiel amigo, 
hazme en las dichas sereno,
y cuando en barca una vía
de agua la haga naufragar,
no me dejes sin abrigo:
trenza tu mano en la mía,
y sálvame de la mar.
De tus virtudes espejo,
en que me puedo mirar,
dame un mínimo reflejo
por la vida al transitar.


El poema que ofrecemos a continuación, de autor desconocido, forma parte de la Colección de Poesías dedicada a Nuestro Padre Jesús Nazareno que se recoge en los boletines mensuales que emitía la Cofradía en el año 1945:

AL RECOGERSE LA PROCESIÓN

Cargado va de coronas
el paso del Nazareno
que le ofrendaron sus fieles
lleno de místico anhelo.
Entre luces y entre flores
y entre Cofrades severos
que llevan oculto el rostro,
y caminan con misterio,
torna en la noche del Jueves
a las naves de su Templo.

Plaza de Santa María.
Cómo hierven en tu seno
las músicas y los llantos,
clamores, suspiros, rezos,
cuando la Imagen sagrada
es vuelta cara al pueblo.

Tibia y clara está la noche
parpadean los luceros,

y ya de la gran entrada
traspone el lóbrego hueco
majestuoso y sublime,
el paso del Nazareno;
cuando la voz argentina,
cuando el delicioso acento
de una muchacha del barrio
domina el tumulto inmenso
y entona tierna saeta
en cuyos dolientes ecos
parecen temblar las lágrimas
como estrellas en el Cielo,
como rocío en las hojas;
y a todos deja suspensos
con la canción peregrina,
de esta manera diciendo:
"más tarde volveré yo
y te sacaré escondío
dentro de mi corazón".


Ahora ofrecemos un hermoso poema de Jorge de Lemos dedicado a Nuestro Bendito Nazareno:

 

Ni un resto de Thabor, ni la más leve 
prismática blancura de la nieve
queda en tu rostro ajado y dolorido.
Muere la Sinagoga, el tronco seco;
y el ayer repercute como un eco
en el seno profundo del olvido.

Por tu ideal de amores,
que sólo un Dios enamorado siente,
en vez de ofrenda de amorosas flores     
ciñen de espinas tu amoosa frente.
Por tu sin par realeza
que es amor, y es idea y es belleza
y es perfume de fruto sazonado
el hombre te condena
a llevar a tu espalda nazarena
la cruz de su pecado.
La ley humana, imbécil, no perdona
el que puedas volver sobre la Ley,
y, por ser Dios, se mofa y te corona
como a un iluso y fracasado Rey.

¡Oh, divino fracaso!
¡oh el postrimer ocaso
de la lenta agonía!
que es celaje purpúreo de alborada,
canción de amanecer, luz increada,
piélago azul de eterna poesía!
Lo humano es tan vulgar y tan terreno
que si tornaras a la tierra inerte,
te habrían de condenar ¡oh, Nazareno!
por ser Dios, por ser hombre, 
por ser bueno
a dejar de ser Dios o a dura muerte.

¡Oh, Maestro amoroso y solitario
tiene cada Montaña su Calvario
porque has puesto en su cumbre la victoria
sobre la huesa del dolor sublime,
el dolor por la fe que nos redime
y nos concede un ideal de gloria.
Tu Cruz se nos revela
en el transcurso de la vida humana
como una larga y luminosa estela
que conduce a la errante caravana.
¡Oh, el desierto, Señor! 
¡Oh la tremenda duda de haber errado 
y seguir nuestro paso por la senda
que conduce al abismo del pecado!
Providente Señor, tu sabia mano
ha puesto luz en el linaje humano,
una luz interior, clara y sedante,
qeu conforta y anima en la pelea
la luz toda belleza de la idea
y el faro de tu Cruz, siempre delante.

Caminar con su cruz; esta es la suma
de la vida mortal única y varia,
que se deshace como hirviente espuma
o asciende entre los velos de la bruma
como aroma de mística plegaria.
Pero la cruz, a veces, nos doblega. 
¡La carga es tan pesada!
y en tanto el beso de tu gracia llega
el alma queda ciega
mendigando un amor de alienada.
Por ser el hombre negación y orgullo
cae sin tu mano, en el guiar maestra,
que nada somos, porque todo es tuyo.
¡Sólo la carga de tu cruz es nuestra!


A continuación ofrecemos un fragmeto del Pregón de la Semana Santa 2016, de Jesús Devesa, dedicado a la Cofradía del Nazareno de Santa María:

Redobla Santo Domingo
allá por Santa María,
torreones que vigían
van marcando los latidos,

y hasta el alma da suspiros
cuando se atisba a lo lejos,
la antesala de un cortejo
y un final desenfrenado.

La cuaresma se ha gastado
como el pie del Nazareno.

¡Convento de Santa María!,
entonad un Padre Nuestro
de Fray Félix a Botica,
con suspiros de fervores
y devoción infinita.

Ya lo sueñan las murallas,
ya lo gritan las troneras,
¡que la Cruz del Nazareno 
se detenga en calle Nueva!

Y si hay un Reino por antonomasia,
en esta noble y heroica ciudad,
ese es el reino que palpita noche y día, 
en el barrio que lleva el mismo nombre de la Virgen.

Santa María.

Un humilde arrabal situado a orillas
del mar del Campo del Sur,
que bien podríamos identificar,
con la verdadera tierra de Cristo.

La calle se hará convento
cuando el Rey de los Cristianos,
asome en “Jabonería”
la tarde del Jueves Santo.

Se harán retablos las torres
las estrecheces del barrio,
talladas con santa gubia
del dolor y del quebranto.

Porque el barrio más humilde
más artista y más gitano,
se hará santo presbiterio
y crucero enamorado,
de su Cruz de vida eterna,
Santa Cruz de los parados.

Cada hogar y cada puerta,
se harán eternos sagrarios,
cuando surja su silueta
visitando cada patio,
con la bella Magdalena
cogidita de su brazo.

La calle se hará convento
y el convento desertado,
se hará nostalgia infinita,
camarín abandonado,
sacristía sin aliento,
hermandad sin sus hermanos.


La última incorporación a este apartado es un precioso poema dedicado a Jesús Nazareno por parte de un devoto suyo, José Antonio Villero Sordo, que añadimos por su calidad y por el amor que transmite en sus palabras:

 

CON UN MECHÓN DE TU PELO

¡No te lo lleves!,
por Dios
¡no te lo lleves!
se oyó la voz a lo lejos
cuando enfilaba su casa,
adoquines de Botica
escalerita del cielo,
entre las nubes del alba.

Déjame siquiera un rezo,
luto de la voz gitana
que cantando se derrama.

Con un mechón de tu pelo,
manto inmenso de la noche
refugio de mi palabra.

De tu mirar cada lágrima
de tu semblante el milagro
de mis manos la esperanza.

Cuando el Nazareno anda,
con ese vaivén de plata
que es danza del mar en calma.

Cuando el Nazareno anda,
Jueves Santo madrugada,
se para el tiempo, SE PARA.

 

José Antonio Villero Sordo

Casa Hermandad

Inmemorial, Venerable, Pontificia y Real Cofradía de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santa Cruz de Jerusalén, María Santísima de los Dolores y Santa María Magdalena

Capilla de Jesús Nazareno
C/ Santa María s/n
11.005  Cádiz (CÁDIZ)

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