Patrimonio literario - Poema - Jorge de Lemos
Índice
Ahora ofrecemos un hermoso poema de Jorge de Lemos dedicado a Nuestro Bendito Nazareno:
Ni un resto de Thabor, ni la más leve
prismática blancura de la nieve
queda en tu rostro ajado y dolorido.
Muere la Sinagoga, el tronco seco;
y el ayer repercute como un eco
en el seno profundo del olvido.
Por tu ideal de amores,
que sólo un Dios enamorado siente,
en vez de ofrenda de amorosas flores
ciñen de espinas tu amoosa frente.
Por tu sin par realeza
que es amor, y es idea y es belleza
y es perfume de fruto sazonado
el hombre te condena
a llevar a tu espalda nazarena
la cruz de su pecado.
La ley humana, imbécil, no perdona
el que puedas volver sobre la Ley,
y, por ser Dios, se mofa y te corona
como a un iluso y fracasado Rey.
¡Oh, divino fracaso!
¡oh el postrimer ocaso
de la lenta agonía!
que es celaje purpúreo de alborada,
canción de amanecer, luz increada,
piélago azul de eterna poesía!
Lo humano es tan vulgar y tan terreno
que si tornaras a la tierra inerte,
te habrían de condenar ¡oh, Nazareno!
por ser Dios, por ser hombre,
por ser bueno
a dejar de ser Dios o a dura muerte.
¡Oh, Maestro amoroso y solitario
tiene cada Montaña su Calvario
porque has puesto en su cumbre la victoria
sobre la huesa del dolor sublime,
el dolor por la fe que nos redime
y nos concede un ideal de gloria.
Tu Cruz se nos revela
en el transcurso de la vida humana
como una larga y luminosa estela
que conduce a la errante caravana.
¡Oh, el desierto, Señor!
¡Oh la tremenda duda de haber errado
y seguir nuestro paso por la senda
que conduce al abismo del pecado!
Providente Señor, tu sabia mano
ha puesto luz en el linaje humano,
una luz interior, clara y sedante,
qeu conforta y anima en la pelea
la luz toda belleza de la idea
y el faro de tu Cruz, siempre delante.
Caminar con su cruz; esta es la suma
de la vida mortal única y varia,
que se deshace como hirviente espuma
o asciende entre los velos de la bruma
como aroma de mística plegaria.
Pero la cruz, a veces, nos doblega.
¡La carga es tan pesada!
y en tanto el beso de tu gracia llega
el alma queda ciega
mendigando un amor de alienada.
Por ser el hombre negación y orgullo
cae sin tu mano, en el guiar maestra,
que nada somos, porque todo es tuyo.
¡Sólo la carga de tu cruz es nuestra!